Kanchanaburi. Nuestra motivación: la Historia. Porque la Segunda Guerra Mundial también llegó hasta este apartado rincón de Asia.
Y un par de grandes y solemnes cementerios militares saldrán a nuestro
encuentro para recordarnos la muerte de miles de personas, muchos de
ellos prisioneros de guerra, en la construcción de una línea férrea que
los ocupantes japoneses consideraron vital para que las tropas
imperiales y sus suministros llegaran hasta lo que entonces era
Birmania.
El cementerio de Chong Kai acoge 1.740 tumbas de prisioneros aliados |
Lápida de un sargento británico |
Kanchanaburi, en el centro de Tailandia, a 130 kilómetros de Bangkok, ofrece varios puntos de interés para el viajero. Pero esta vez vamos a detenernos en tres. El primero, los dos cementerios militares. Miles de lápidas perfectamente ordenadas en el suelo llevan nombres
como el del sargento I. F. McCalman, un soldado de infantería muerto el
12 de julio de 1943. Quizá australiano, como podría indicar su número de batallón, falleció con sólo 24 años, la edad a la que se muere en las guerras. ¿Cómo llegó el sargento McCalman, con su apellido escocés, a morir en una jungla del centro de Tailandia?
Los apellidos europeos se repiten en las 1740 tumbas (la mayoría de británicos y holandeses) del cementerio de Chong Kai.
Y también en las 6.982 lápidas (de australianos, holandeses y
británicos) del cementerio de guerra de Kanchanaburi. Unos 12.000
prisioneros de guerra aliados y unos 100.000 trabajadores asiáticos murieron en lo que desde entonces se ha llamado el Ferrocarril de la Muerte, 414 kilómetros de línea férrea
que debía unir Tailandia con Birmania. El problema era que el trazado
cruzaba zonas de jungla inexpugnable y debía salvar algunos ríos.
Uno de ellos era el río Khwae Yai, o, por simplificar, el río Kwai. Aquí, en Kanchanaburi, los japoneses obligaron a los prisioneros de guerra a construir un puente en 1943, primero
de madera y después de acero. Bombardeado por los aliados en 1945, se
reconstruyó tras la guerra a unos metros de su emplazamiento original.
Es nuestro segundo punto de interés. Del primer puente
sólo se conservan en el actual las vigas curvas de su estructura. Pero
al pasear por su vía es imposible no sentir que caminas sobre un trozo
de historia. Las condiciones de trabajo impuestas por los militares
japoneses y la propia vida en la selva condenaron a la muerte a miles de
prisioneros y trabajadores forzados.
Las vigas curvas pertenecen al puente original sobre el río Kwai |
Esto nos lleva al tercer punto de interés, el Jeath War Museum, un museo en el que puede verse una réplica de las casetas de madera y bambú en las que eran recluidos los prisioneros de guerra aliados que trabajaban en la construcción de la línea férrea. Las fotos en sepia que se exponen en el lugar nos trasladan a las condiciones de vida en aquel duro periodo. Como el resto de objetos que alberga el museo: armas, mapas... recuerdos de una época en la que una guerra alcanzó los cinco continentes.
Prisioneros de guerra en una de las fotografías expuestas en el museo |
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