jueves, 17 de marzo de 2011

Cómo Gran Bretaña ayudó a Franco

Ángel Viñas, destacado historiador de la Universidad Complutense de Madrid, ha descubierto que, en los albores de la Guerra Civil, el Gobierno británico tenía conocimiento de las negociaciones secretas que Franco estaba empezando a mantener con Mussolini, según las cuales el futuro gobierno fascista de España apoyaría el expansionismo italiano a cambio de obtener ayuda militar para derrotar a la República.

No obstante, el Gobierno británico mantuvo tal información en secreto. Aunque mantenían una buena relación diplomática con España y oficialmente querían evitar la internacionalización del conflicto, decidieron no informar al Gobierno español —ni al parlamento británico— y no ejercer ninguna presión sobre Italia para que no aceptara.

El estudio demuestra que Gran Bretaña sabía de estas negociaciones porque la jefatura de comunicaciones del Gobierno británico había interceptado todos los detalles de una reunión secreta entre Franco y un alto diplomático italiano en representación de Mussolini que había tenido lugar en Sevilla el 20 de septiembre de 1936.

Los descubrimientos dejan ver con bastante claridad que el Gobierno británico, ansioso por conseguir que Italia dejara de mantener relaciones amistosas con Hitler, sabía exactamente lo que estaba pasando, pero prefirió dejar que se llevara a cabo el pacto Mussolini-Franco sin oposición alguna. Los estudios de Viñas también ponen al descubierto que los británicos intentaron, aunque sin éxito, evitar que el Gobierno republicano utilizara sus propias reservas de oro. Entre septiembre de 1936 y febrero de 1937, cuando la situación militar se hacía cada vez más grave, las autoridades españolas trasladaron dichas reservas a bancos extranjeros de Francia y de la Unión Soviética. En enero de 1937, Anthony Edén, secretario de Asuntos Exteriores británico, dio órdenes para que varios funcionarios trazaran planes, en conjunción con otros países, para evitar que España siguiera utilizando un oro que le pertenecía y que desesperadamente necesitaba para su defensa.

Puede que resulte aún más sorprendente el hecho de que, como demuestran los estudios de Viñas, Gran Bretaña poseyera información clave sobre el bombardeo alemán de Guernica tan sólo unos pocos días después de que tuviera lugar. Franco negó que los responsables fueran los fascistas y afirmó que habían sido los mismos republicanos los que lo habían llevado a cabo.

Sin embargo, este nuevo estudio muestra que los británicos sabían perfectamente bien que en el ataque alemán habían participado bombarderos italianos —al servicio de Franco— ya que la jefatura de comunicaciones del Gobierno británico había interceptado una vez más comunicados italianos. A pesar de ello, el Gobierno británico nunca informó al parlamento ni hizo pública la involucración italiana, y ni tan siquiera acusó a los italianos (ni a los alemanes) de lo que en realidad constituía un delito de guerra: el bombardeo de un objetivo meramente civil y la pérdida de cientos de vidas.

El general Franco en 1936, quien recibió ayuda de una fuente inesperada: Gran Bretaña.

El estudio también arroja nueva luz sobre la actitud que tomó Gran Bretaña ante el uso de la fuerza contra barcos mercantes que comerciaban con la España republicana por parte de Mussolini. En agosto de 1937, Franco pidió al Duce que hundiera barcos mercantes con cargamento de armas soviéticas para el internacionalmente reconocido Gobierno republicano. Los italianos, que no solían comprobar si las cargas eran militares o no, de inmediato comenzaron a hundir gran número de embarcaciones mercantes con rumbo a puertos republicanos, tanto soviético como francés y británicas.

Los franceses querían acusar a Italia, pero el estudio de Viñas sugiere que los británicos los presionaron de manera bastante enérgica para que no lo hicieran. Al final, el Gobierno británico únicamente empezó a abogar por el fin de la campaña naval pro-Franco que estaba llevando a cabo Italia cuando un buque de la Marina Real británica estuvo a punto de ser alcanzado por fuego italiano.

Aunque Franco había pedido a Italia que atacara los barcos, dichos ataques formaban parte del bloqueo italo-alemán de los puertos mediterráneos republicanos que había sido acordado por Gran Bretaña y otros países. El bloqueo, que tanto británicos como franceses también llevaron a cabo en puertos republicanos de la España septentrional, había sido en un principio diseñado para evitar que el Gobierno español recibiera armas; aunque Cádiz, principal puerto fascista, no se vio afectada.

No obstante, aunque Gran Bretaña se declaraba oficialmente neutral, su política no-intervencionista sirvió de hecho de apoyo a los fascistas. El Gobierno español sufrió un bloqueo de los envíos de armas, mientras que las grandes cantidades de aviones y tanques, además de los 100.000 hombres que proporcionaron Italia y Alemania (al igual que Gran Bretaña signatarias del pacto de no-intervención) sirvieron para crear un desequilibrio que tendría como consecuencia una inevitable victoria fascista.

La causa oficial de la política de "no-intervención" británica era la necesidad de limitar y contener la guerra. Pero la verdadera razón fue el deseo de frustrar lo que los británicos erróneamente pensaban que sería una ambición política soviética en España, a la vez que pretendían apaciguara Mussolini en lo que llegó a ser un intento vano de ganar el apoyo del fascista italiano para que sirviera de aliado diplomático contra Hitler. Parece que el Gobierno británico pensaba que podrían influenciar y utilizar tanto a Mussolini como a Franco y separarlos así de la Alemania nazi.

El estudio de Viñas revela que Gran Bretaña ni siquiera llegó a contestar la oferta que en 1938 le hiciera el bando republicano, según la cual estaría dispuestos a rechazar el apoyo soviético y ceder a los británicos el uso de bases estratégicas en la Península durante el inminente conflicto europeo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario