sábado, 4 de febrero de 2012

La injusticia de Dachau, el juicio a los suprevivientes españoles

Al término de la Segunda Guerra Mundial, cinco españoles prisioneros del campo nazi de Mauthausen en vez de ser liberados, fueron acusados por el Ejército de los Estados Unidos de colaborar con los nazis. A Laureano Navas, Moisés Fernández, Domingo Félez, Indalecio González, y Joaquín Espinoza, se les procesó por los cargos de: "Violaciones de Leyes y Prácticas de Guerra", por su participación en la conspiración del gobierno alemán para llevar a cabo el exterminio de adversarios civiles, disidentes políticos, y judíos.

Los cinco fueron combatientes del ejército republicano. Tras la Guerra Civil se refugiaron en Francia. Padecieron la condiciones infrahumanas de los campos de concentración franceses. El gobierno francés les reclutó para trabajar en operaciones de defensa como la construcción de la Línea Maginot.

Durante la invasión alemana, los españoles fueron hechos prisioneros con la tropa francesa. Marcharon hasta los Stalags, centros de recepción de prisioneros. De donde los nazis, a partir de 1940, hicieron partir a varios contingentes de españoles. Unos 10.000 españoles fueron deportados al campo de Mauthausen.

Los campos de concentración se clasificaban en categorías del 1 al 3, siendo 3 la que imponía condiciones más brutales al trato de los prisioneros. Mauthausen pertenecía a esta última categoría.

El 5 de mayo de 1945, una patrulla exploradora del Ejército de los Estados Unidos localizó el campo de Mauthausen; al día siguiente, la 11ª División Acorazada del ejército de los Estados Unidos ocupó oficialmente la fortaleza. Todos los nazis huyeron. Fueron pocos los que se suicidaron como el capitán Bachmayer, o que fueron hechos prisioneros como el comandante Ziereis, a quien el ejército de los Estados Unidos persiguió e hirió, muriendo desangrado. Con la llegada del ejército de los Estados Unidos, en el campo de concentración hubo euforia y también caos. Unos 700 cadáveres sin enterrar y unos 80.000 prisioneros que alimentar y repatriar. Aquellos prisioneros que habían sido caporales, que habían tenido bajo su mando a otros presos y que impusieron la disciplina con golpes y palizas, fueron liquidados por los mismos presos.

En el campo de Mauthausen el ejército de los Estados Unidos abrió una oficina con un cartel donde se leía: "Crímenes de guerra". En esa oficina, cualquier prisionero podía hacer una denuncia.

Los juicios de Dachau

Al mismo tiempo que en Nuremberg se celebraban los juicios del Tribunal Internacional, que procesó a los principales criminales de guerra nazi, en el antiguo campo nazi de Dachau el ejército de los Estados Unidos estableció una Corte Militar para castigar a los militares y civiles responsables de la administración y supervisión de los campos de concentración liberados por ellos. Una resolución del Consejo Central de los países aliados autorizó a Francia, Inglaterra y Estados Unidos a realizar juicios contra los criminales de guerra, presos en la zonas ocupadas por sus ejércitos. Los campos de concentración nazis de Dachau, Buchenwald, Mauthausen, Flossenbürg, Mühldorf y Nordhausen-Dora fueron liberados por el ejército de los Estados Unidos. Unos 1.672 oficiales, guardias, médicos y civiles fueron llevados a Dachau, para ser juzgados.

Sin derecho a la presunción de inocencia

En su libro Innocent at Dachau (1993), el investigador estadounidense Joseph Halow se refiere a las irregularidades cometidas durante los juicios a los republicanos españoles en Dachau, dedicándole dos capítulos al caso de los kapos españoles.

Ilse Koch en el juicio.
Ilse Koch durante el juicio.
Halow, con sólo 19 años había sido transcriptor de la Corte Militar de Dachau. Para la elaboración de su libro, consultó los archivos nacionales de los Estados Unidos (NARA) y analizó las transcripciones de los juicios que él mismo había mecanografiado en 1947.

Según Halow, el Tribunal Militar de los Estados Unidos, siguiendo las directrices del general Fay Pricket, estableció para el campo de Mauthausen y sus subcampos el principio de "special findings" o apreciaciones especiales, que significaba que todo el personal que tuviera alguna función en el campo de Mauthausen o en algunos de sus kommandos, así fuera un empleado civil o un funcionario militar, era acusado como criminal de guerra.

"La corte encuentra que existe un registro irrefutable de muertes causadas por disparos, asfixia con gases, ahorcamientos, hambruna, y otros deplorables métodos, originados por una conspiración planificada y deliberada por los oficiales del Reich, conocida por la alta jerarquía nazi, y por los prisioneros, fueran políticos, criminales o militares." (Halow, p. 93)

Halow sostiene que el fiscal militar, William Miller (p. 95) argumentó a favor de la inclusión de los prisioneros españoles, que habían tenido algún "cargo" durante su reclusión en el campo como personal civil, a ser sometidos bajo el principio de "apreciaciones especiales". Lo que significaba su culpabilidad antes de ser juzgados.

Era frecuente que los españoles fueran elegidos como kapos o miembros de algún kommando de trabajo. Los españoles se destacaban del resto de los prisioneros por el conocimiento de algún oficio y por el entrenamiento militar que recibieron durante la Guerra Civil. El kapo tenía bajo sus órdenes a una cuadrilla de prisioneros destinada a realizar algún trabajo, era responsable de la disciplina de su grupo, y respondía ante el kapo principal del campo. Era común, aunque hubo excepciones, que los kapos usaran alguna forma de fuerza física para mantener la productividad y la férrea disciplina exigida por las SS.

Tres de los españoles acusados en Dachau fueron nombrados por la SS para el puesto de kapos. González ostentó el cargo más importante como jefe de kapos de varios kommandos en el campo de Sankt Georgen. Tenía a su cargo a 1.600 hombres. González tenía asignada la tarea de abrir túneles con dinamita, donde la SS escondía la fábrica de aviones Messerschmitt. Navas fue el jefe de una cuadrilla de prisioneros que construyó los rieles del tren en la cantera de Gusen. Según Navas, la cuadrilla bajo su cargo estaba compuesta por cinco españoles. Fernández fue jefe de una cuadrilla de prisioneros en el campo de Steyr, anexo a una fábrica de armamento. Félez fue barbero del campo de Gusen y del campo de Wiener Neudorf, cercano a la fábrica de aviones Focker Wulf, en Viena. Por último, Joaquín Espinoza fue pela patatas, asistente del kapo de la cocina en el campo de Gusen.

Irregularidades en los juicios

La Oficina del Fiscal consideró que al encontrarse los españoles en una zona de guerra liberada por los Estados Unidos, estos prisioneros eran parte de su ámbito de acción; sin embargo la misma Oficina excluía de su jurisdicción: "a ciertas clases de ciudadanos estadounidenses y a otros nacionales". Los testigos del fiscal fueron remunerados por sus servicios. Este fue el caso de Pedro Gómez, el único testigo español que estuvo presente en los juicios.

Un mismo testigo se utilizó en diferentes casos, por ejemplo, el francés Jean Loureau, principal testigo acusatorio en el caso de González, también atestiguó en contra del alemán Quirin Flaucher.

Fotografía de Laureano Navas, condenado a seis años tras la revisión del juicio.
Laureano Navas.
Los testigos vivían en el campo de Dachau en el mismo lugar donde vivían los acusados y el personal militar encargado de administrar los juicios. El acusado Moisés Fernández se quejó de que dos hombres lo habían golpeado para que admitiera que había cometido un asesinato.

Los testigos "profesionales" pusieron a los fiscales en varios apuros, a menudo éstos se vieron obligados a recordarles detalles de sus declaraciones previas al juicio. Un testigo declaró, durante el interrogatorio preliminar, que el acusado Domingo Félez marcó prisioneros con la letra "Z" para ser llevados a la cámara de gas, sin embargo durante el juicio este mismo testigo manifestó que la letra era "K" y significaba su envió al crematorio para ser incinerados.

La defensa, en el juicio, estuvo a cargo del mayor Louis Benson, asistido por Harry Ebert. La defensa no pudo acceder a testigos confiables, la mayoría de los prisioneros liberados fueron repatriados, o en el caso de los republicanos españoles, muchos regresaron a Francia. Por consiguiente, era imposible citarlos como testigos. La defensa utilizó a otros acusados en otros juicios como testigos de descargo, lo que restaba peso a sus testimonios, puesto que se podía pensar que los testigos sentían simpatía por otros hombres que como ellos también eran acusados. Por ejemplo, el acusado Domingo Félez atestiguó a favor del otro acusado español, Joaquín Espinoza.

Las acusaciones que se escucharon eran vagas e imprecisas. Es decir, que alguien les había contado sobre el supuesto maltrato que el acusado supuestamente ocasionó a otro prisionero. Los testigos del fiscal no fueron victimas de los supuestos golpes que los acusados supuestamente infligían a los prisioneros del campo. Siempre se referían a los golpes que había recibido algún conocido, cuyo nombre la mayoría de las veces no sabían. Muchos de los testigos acusatorios eran judíos de Europa oriental, que no simpatizaban con los republicanos españoles, y que los estigmatizaban como "rojos" y "ateos".

He traducido parte del informe que la capitana Nunes, del Departamento de Revisión de Juicios, escribió el 14 de enero de 1948 con respecto al acusado Moisés Fernández; en éste se puede apreciar el tipo de evidencia que se presentó ante la Corte, y que sirvió de base para condenar a los acusados.

Evidencia para la acusación: El acusado manifestó que llegó a Mauthausen en diciembre de 1940, que en enero de 1942 fue transferido al subcampo de Steyr donde estuvo hasta 1945, después fue transferido a Gusen donde estuvo hasta mayo de 1945. Un testigo dice que Fernández era un kapo en Steyr donde era conocido como "César", que el acusado pegó a prisioneros con un palo largo, que en noviembre de 1944 él vio cómo el acusado golpeó con fuerza a un yugoslavo, que él llevó a este prisionero al hospital, que él vio el cuerpo de este prisionero en la mañana, y que el doctor le dijo que el prisionero había muerto de una paliza. Un segundo testigo manifestó en una declaración extrajudicial bajo juramento que en Steyr, el acusado maltrató severamente a prisioneros rusos, franceses, polacos y judíos; y que el acusado golpeó a este testigo con un cucharón. Otro testigo manifestó, en una declaración extrajudicial bajo juramento, que el acusado maltrató severamente a otros prisioneros rusos, franceses y polacos. Un testigo de la defensa escuchó que el acusado pegó en la cabeza a otro prisionero con un cucharón.

Evidencia para la defensa: El acusado manifestó que fue hecho kapo en Steyr en 1943; pero que él no maltrató a los prisioneros. Otros testigos, a su vez acusados en otros juicios "Estados Unidos contra Frisch", dicen que Fernández trató bien a los prisioneros. Esta afirmación fue corroborada por otros guardias en declaraciones extra judiciales bajo juramento.

Pero la evidencia de la defensa, no fue debidamente considerada y ponderada en la sentencia. El acusado Moisés Fernández fue condenado ¡a 20 años de prisión!

Dos años después de la liberación de Mauthausen, el 21 de julio de 1947, Indalecio González era condenado a la pena de muerte en la horca; Laureano Navas recibía cadena perpetua; Joaquín Espinoza tres años de cárcel; Domingo Félez dos años. La única sentencia desaprobada, en enero de 1948, por la capitana Nunes fue la de dos años que recayó sobre Domingo Félez.

Sin derecho a contar con un intérprete profesional

La ausencia de un intérprete cualificado, a fin de que los acusados entendieran lo que se les preguntaba y que pudieran contestar eficazmente a su favor, se planteó como consecuencia del caso de una prisionera alemana, Ilse Koch, quien ciertamente no tuvo esas dificultades.

El general Lucius Clay, gobernador en Alemania, consintió en reducir la pena de Ilse Koch, esposa del comandante del campo de Buchenwald, de cadena perpetua a cuatro años en prisión. A pesar de que existían testimonios que la acusaban de golpear a prisioneros y del uso, por su parte, de piel humana tatuada para hacer lámparas que decoraban su casa.

Eve Hawkins fue transcriptora de la corte y nombrada, a pesar suyo, intérprete de la Corte Militar en Dachau. Ante la indignación que le causó la reducción de la condena de Ilse Koch, escribió una carta al The Washington Post, publicada el 27 de septiembre de 1948.

"Nosotros, los transcriptores de la corte, que tuvimos que escuchar el testimonio de sus crueles crímenes, día tras día, no nos sorprendió la reducción de la sentencia, (...) había un sentido malentendido de la caballerosidad, de la piedad por parte de los incompetentes de la corte que contrastaba con las penas recibidas por un grupo de españoles, víctimas del holocausto, que fueron capturados por los alemanes en Francia, escapando del régimen de Franco, y deportados por los nazis a su campo dantesco de horror y de trabajos forzados."

"Qué ironía, a nadie le preocupó si ellos comprendieron los juicios. El único idioma que ellos entendían y hablaban era el español. No hubo traductores profesionales del español en Dachau, solo una transcriptora con algunos años de residencia en Latino América y con un conocimiento básico del español (...). También, hubo una taquígrafa procedente de Nuevo México con aún menos conocimientos."

"La transcriptora de la corte fue nombrada para el trabajo de intérprete, aunque ella no estaba cualificada para traducir en un tribunal penal donde se juzgaba la vida de los prisioneros. La raza suprema tenía derecho a una asesoría legal y a traductores competentes, pero a los españoles, los no beligerantes, los nacionales de un país que no combatimos, los involucrados inocentes, uno podría decir, a nadie les importó un bledo." (Halow, pp. 236-237).

Proporcionalidad de las penas

La carta de Eve Hawkins, originó que la oficina del Fiscal General ordenara la revisión por segunda vez del caso de los cuatro españoles. El abogado civil Mclintock, quien había sido fiscal en otro juicio en Dachau, concluyó:

"Durante su reclusión en el campo de concentración, tres de los acusados, debido a su colaboración y asistencia con la SS, fueron nombrados jefes de otros prisioneros o kapos, y el acusado GONZALEZ llegó al puesto privilegiado de oberkapo, de manera que él era el oficial más importante de todo el campo"

Ejecución de Indalecio González.
Indalecio González. 
Indalecio González fue ejecutado en la prisión de Landsberg en febrero de 1949. A pesar de las solicitudes de clemencia que hicieron el diputado del Partido Nacionalista Vasco, Manuel Irujo, La Liga Española de los Derechos del Hombre, el ministro del Interior y de la Defensa de la República en el exilio, Julio Just y la esposa del acusado, Paquita González.


Llama la atención la desigualdad de trato recibido por los procesados españoles con el que se otorgó a los procesados alemanes por hechos similares, como se refleja, por ejemplo, en el caso de Ilse Koch .

Solicitud de clemencia para los nazis

En 1951, Laureano Navas cumplía su sexto año de condena en prisión. La opinión pública alemana y el Vaticano solicitaron clemencia para los alemanes criminales de guerra nazi, pero no para los españoles víctimas de los nazis. Una junta de abogados militares seleccionó a un grupo de prisioneros condenados en Dachau con el propósito de revisar su caso y rebajar las sentencias. Laureano Navas era el cuarto de una lista de once condenados. El caso de Navas llamó la atención del abogado alemán Otto Kranzbuehler. El abogado argumentó que Navas era teniente del ejército francés, y por lo tanto los Estados Unidos no tenían jurisdicción sobre su persona. Sostuvo que a Navas no se le podía aplicar el principio de "apreciaciones especiales". Se apoyó en el precedente del prisionero francés Marcel Boltz, acusado de colaborador en la Masacre de Malmedy, donde unos 100 soldados estadounidenses fueron capturados y ejecutados por una unidad de soldados alemanes. Los cargos que se hicieron en contra de Boltz fueron rechazados y su caso nunca fue llevado a juicio por el Tribunal de Dachau.

La periodista estadounidense Fern Hilton (2004), en su libro The Dachau Defendants, escribió sobre Navas: "Hubo inocentes que fueron atrapados por la trituradora del imperfecto sistema de justicia americano" (p. 7). Navas fue teniente en la Guerra Civil, lisiado de la mano derecha durante la guerra; gracias a sus estudios universitarios, con tan solo 19 años, fue nombrado teniente de la 31 compañía francesa de trabajadores extranjeros. Por el simple hecho de haber sido teniente del ejército francés, Navas no era susceptible de que se le aplicase el principio de "apreciaciones especiales". Por otra parte, la junta de abogados que revisaron el caso de Navas escribieron en el informe:

"Entonces encontramos a un acusado que ha sido sentenciado a cadena perpetua con base en el testimonio de un testigo, que si bien se refiere con claridad a un incidente de una paliza, aparece menos claro cuando se refiere a la persona que la ejecutaba"

No sólo se planteaba una cuestión de falta de pruebas, capaces de conducir a una condena; era también una cuestión de proporcionalidad de las penas y de trato equitativo con el dado a otros presos. Como lo comprueba, el siguiente comentario por parte de la misma junta de abogados:

"Si comparamos la sentencia del acusado con la de otros criminales de guerra quienes fueron encontrados culpables de cometer ofensas similares en naturaleza, sentimos que la sentencia es excesiva y que se decreta clemencia para reducir la sentencia al tiempo servido."

La sentencia de Navas de cadena perpetua fue reducida a los seis años que había cumplido en prisión. En cambio Moisés Fernández no corrió con la misma suerte, su sentencia sólo fue conmutada de 20 a 15 años en prisión. Su salud, deteriorada por los estragos de la guerra de España y durante los años de reclusión en el campo de Mauthausen, empeoró en la prisión de Landsberg. Fernández sufrió una infección en su fémur izquierdo, padeció de reuma, tuberculosis, y finalmente murió de un ataque al corazón en 1952, mientras cumplía el séptimo año de su condena en el Hospital Universitario de Múnich. Indalecio González y Moisés Fernández están enterrados en la prisión de Landsberg, en el mismo cementerio de los criminales de guerra nazis.

Reflexiones finales

Como hemos visto, la lista de irregularidades cometidas durante los juicios a los españoles republicanos es larga. El Tribunal Militar en Dachau no tenía competencia para juzgar soldados u oficiales de las compañías militarizadas francesas de trabajo. El Tribunal Militar no fue imparcial. Estableció el principio de la culpabilidad de los acusados por el mero hecho de estar éstos presentes en los campos. Ni los testigos del fiscal ni los testigos de la defensa, a los que la corte pudo acceder, eran confiables. Los testigos habían regresado a sus hogares y no era factible citarlos a comparecer en el juicio. No hubo un intérprete profesional del castellano. El tiempo de espera para celebrar su juicio fue excesivo. Algunos acusados denunciaron el uso de la fuerza física para obtener declaraciones. Las penas no estaban en proporción a las pruebas. Las sentencias fueron excesivas. Tampoco hubo la oportunidad de una doble instancia, que permitiera a los acusados apelar sus sentencias. Por todo lo dicho anteriormente podemos concluir que a los republicanos españoles en Dachau se les violó el derecho a un debido proceso.

La Guerra Fría que se había iniciado en 1945 entre los países occidentales y la Unión Soviética era ya un enfrentamiento abierto para julio de 1947, los Estados Unidos se abocaron a la reconstrucción de Alemania occidental, y para aquel momento sus enemigos ya no eran los alemanes sino la Unión Soviética y sus posibles aliados, la República española en el exilio.

El gobierno de Franco se desentendió de ellos, en Dachau continuaron siendo los "apátridas indeseables", Rotspanierkämpfer (Combatiente Rojo español). Sobre sus condenas pesó una gran carga política, que influyó tanto en la decisión de procesarlos como al momento de condenarlos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario