domingo, 4 de septiembre de 2011

¿Qué es Semipalatinsk-21?

Semipalatinsk (STS o Semipalatinsk-21) fue el escenario de las primeras pruebas con armas nuclares de la Unión Soviética. Este lugar se encuentra en la estepa al noreste de Kazajstán (entonces la República Socialista Soviética de Kazajistán ), al sur del valle del río Irtysh . Ya han pasado más 20 años desde que el lugar fuese cerrado, pero las secuelas del programa nuclear soviético siguen siendo evidentes hoy en día.

Desde 1949 hasta 1989, los residentes de la región administrativa de la antigua Unión Soviética de Semipalatinsk vivieron bajo la sombra del hongo atómico. Durante ese tiempo, por lo menos 456 artefactos nucleares - tanto atmosféricos como subterráneos - fueron detonados en un espacio de unos 18.000 kilómetros cuadrados conocida como Semipalatinsk-21.

Lo que comenzó como la joya de la corona del programa nuclear soviético acabó siendo sinónimo de tragedia.

El sufrimiento humano que se llevó a cabo en aquel lugar fue bien documentado hasta poco antes de que terminarán las pruebas en 1989, que al cabo de dos años fue clausurado definitivamente concretamente, el 29 de agosto de 1991. Alrededor de 200.000 habitantes se convirtieron en conejillos de indias humanos, los científicos exploraron las posibilidades y los peligros de las armas nucleares. A los residentes se les ordenó presuntamente salir de sus hogares durante las explosiones para, más tarde, poder examinarlos como parte de estudios sobre los efectos de la radiación.

¿Cuáles son los efectos de todas estas pruebas?

Suelo, agua y aire siguen siendo estando altamente irradiados de compuestos radiaoactivos pues, según los científicos, el nivel de radiación es 10 veces más alto de lo normal.

Uno de cada 20 niños en el área nace con deformidades graves. Muchas personas luchan contra diferentes tipos de cáncer y más de la mitad de la población local ha muerto antes de llegar a la edad de 60 años.

"Casi todos mis compañeros y amigos han muerto", dice con 50 años de edad el agricultor Aiken Akimbekov, oriundo de la aldea de Sarzhal, situada cerca del llamado "lago atómico" formado por una explosión nuclear en los 60. "Ese lago está vacío de cualquier criatura viviente. Los peces no pueden vivir allí", dice Akimbekov. "Cuando sopla el viento en esa dirección, hace que la gente se sienta enfermo pues provoca que suba la presión sanguínea en algunas personas y también trae un olor muy extraño". Akimbekov pertenece a la generación de los habitantes locales que creció viendo las nubes del hongo atómico que aparecía en el horizonte de vez en cuando.

Los habitantes de este pueblo en mitad de la estepa  no tenía constancia de que estas armas mortales estaban siendo puestas a prueba a su alrededor con los efectos devastadores que éstas  traerían para su salud y para la vida de las generaciones venideras.

El gobierno soviético mantuvo en secreto las pruebas y las preguntas sobre la salud de los habitantes locales, así como el alto número de enfermos o las altas tasas de deformaciones en los recien nacidos achacándolo todo a la mala higiene o a la genética.

No fue  hasta mediados de 1980  cuando los activistas kazajos empezaron a hacer preguntas sobre la verdadera naturaleza de las pruebas y lanzaron una campaña para cerrar el sitio. Su deseo fue concedido auque tardó en llegar. El último experimento nuclear se llevó a cabo en 1989 y el sitio se cerró oficialmente dos años después. Pero el sufrimiento de los residentes no terminó con el cierre de Semipalatinsk-21.

El doctor Toleukhan Nurmukhamedov dice que ha sido testigo de las mujeres que dieron a luz bebés con defectos congénitos terribles en las salas de maternidad en Semey, una ciudad recientemente rebautizada a partir de su nombre de la era soviética de Semipalatinsk, que se encuentra a unos 160 kilómetros al este de la zona de pruebas.

Un bebé nació sin brazos, mientras que otro nació con el rostro deformado y otro con una cabeza  demasiado grande para su cuerpo, dice Nurmukhamedov, quien está a cargo del centro de planificación familiar regional. La mayoría de estos recién nacidos eran abandonados o enviados a un orfanato local .

Nurmukhamedov ha pedido a las autoridades a introducir los denominados pasaportes genéticos, primordiales para evitar que las personas cuyos genes fueron dañados por la exposición a la radiación puedan tener hijos. Se sugiere a todas las mujeres y los hombres deben someterse a exámenes médicos para determinar los riesgos.La polémica idea ha provocado críticas de muchos vecinos, que acusan al médico de violar el derecho de las personas a tener hijos.

Nurmukhamedov, sin embargo, insiste en que no juega a ser Dios. El médico dice que no le ven ningún sentido en traer al mundo bebés con graves malformaciones para abandonarlos después  en orfanatos.

Nurmukhamedov también pide a Rusia que reconozca su responsabilidad por los experimentos inhumanos llevados a cabo con la población y para que se comprometa a pagar el tratamiento médico.

"Alemania se ha disculpado por los hechos de los nazis. ¿Por qué no hacer lo mismo Rusia por las pruebas devastadoras llevadas a cabo en territorio de Kazajstán?"  se pregunta el médico.

Una disculpa no hará desaparecer el problema como indica el activista ambiental Margulan Hamiyev que dice: "La radiación no va a desaparecer. Está muy introducida en el agua y en el suelo incluso se encuentra en el propio aire".

Hamiyev dice se deben tomarse medidas para asegurarse de que la tierra utilizada para las pruebas nucleares no se utiliza para la agricultura. Sin embargo, según el parlamentario local Nurtai Sabilyanov, las autoridades están de hecho, barajando la posibilidad de utilizar la tierra del antiguo polígono de ensayos para la agricultura.

En el pueblo de Sarzhal, Akimbekov dice que los funcionarios dijeron a los aldeanos que la tierra de alrededor de la aldea era seguro para la cría de ganado y para el cultivo de trigo. "Los expertos en radiación estuvieron aquí", dice Akimbekov. El campesino dice: "Ellos llegaron a la conclusión de que no existía peligro de radiación y que era posible utilizar esta tierra para el pastoreo". "Somos personas normales. Si las autoridades nos dicen que este lugar es seguro, creemos que es seguro".

Akimbekov dice que ha oído hablar de los peligros de la radiación, pero no ve ninguna otra opción."Si  se le dio  a la gente casas y tierras en un lugar seguro, nadie volvería a alojarnos aquí", dice el productor.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Espetacular historia! Gracias!

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