lunes, 24 de octubre de 2011

El negocio del petróleo líbio

Los países que reconocieron antes a los rebeldes disfrutarán de un mejor acceso al sector del crudo Libia revisará los contratos


Eran los inicios de la guerra en Libia, allá por marzo. Las fuerzas gadafistas acababan de realizar su primera embestida contra jóvenes revolucionarios posicionados en Brega, y las espadas estaban aún en alto. La desorganización y el caos reinaban en las filas rebeldes, que carecían de armamento adecuado para afrontar un conflicto de larga duración. Fue entonces cuando empezó a hablarse de una intervención militar internacional. «Les aseguro que cualquier país que ayude a Libia en estos momentos, el pueblo libio no lo olvidará», declaró entonces a este diario Usama Alí, un oficial del Ejército libio que se había pasado al bando revolucionario. Días después, Francia rompió el hielo diplomático y reconoció al Consejo Nacional de Transición (CNT) como legítimo representante del pueblo libio.

Han transcurrido más de siete meses y, en opinión de muchos observadores, se acerca el momento de que aquellos países que realizaron su temprana apuesta por una Libia sin Gadafi recojan dividendos. Julián Lee, analista del Centre for Global Energy Studies, consultoría sobre energía con sede en en Londres, no alberga dudas acerca de qué compañías y países se beneficiarán en mayor medida del cambio de régimen. «Aquellas compañías de países que rápidamente apoyaron la revolución podrán esperar beneficiarse. Compañías francesas, británicas e italianas se hallan a la cabeza de esa lista», augura Lee.

La producción

Antes de la guerra, el país producía 1,79 millones de barriles diarios, cifra que colocaba a Libia en el puesto 17º de la lista de estados productores. Eso sí, el petróleo se extraía del subsuelo en colaboración con firmas extranjeras, una realidad que ha llevado a muchos analistas del sector a desestimar la extendida creencia de que los aliados fueron a la guerra en Libia para tener acceso al crudo. «En lo que respecta al sector del petróleo, Occidente tenía mucho más que perder que ganar de la revolución libia», valora Lee. Nadie sabe a ciencia cierta cuándo el país podrá bombear petróleo a niveles anteriores al conflicto: algunas fuentes hablan de 15 meses, otras piensan que requerirá mucho más, debido al intenso saqueo que han sufrido algunas instalaciones. En la actualidad, la producción asciende a 450.000 barriles diarios, es decir, menos de una tercera parte del nivel previo a la guerra.

La alianza entre el régimen gadafista y las multinacionales occidentales era un matrimonio de conveniencia en el que los libios imponían sus reglas: las firmas extranjeras operaban en Libia bajo la fórmula de Contratos de Reparto de Exploración y Producción (EPSA, por sus siglas en inglés), que no concedían «ningún derecho de propiedad sobre los recursos del petróleo y el gas», escribe Boyko Nitzov, del Consejo Atlántico, think tank sobre asuntos internacionales con sede en Washington. Dichos contratos privilegiaban a la parte libia en detrimento de la foránea: si durante la fase de exploración no se hallaban yacimientos comercialmente viables, el coste (y las pérdidas) de la operación recaían en exclusiva sobre la firma extranjera; en caso contrario, los costes se repartían en un 50% y la producción se dividía, recibiendo la Compañía Nacional de Petróleo libia (NOC) un 90%, y el socio extranjero un 10%.

Con un sinfín de problemas a resolver, propios de un país que acaba de salir de una guerra civil, el CNT apenas ha podido echar mano al dosier y aclarar sus intenciones inmediatas. Sus representantes se han limitado a proclamar algunas ideas generales, como su propósito de «respetar» los contratos existentes, aunque también su voluntad de investigar todos los acuerdos para depurar posibles casos de corrupción y sobornos, lo que, en palabras de Lee, «ha introducido un cierto grado de incertidumbre».

Más que el reparto del pastel, lo crucial, coinciden los analistas, es el destino que reciben los ingresos del crudo, dado el despilfarro que existía bajo el derrocado régimen. «Una gestión adecuada del flujo del petróleo» determinará si «triunfa o fracasa» el sistema que surja en la era pos-Gadafi.

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