lunes, 28 de noviembre de 2011

Los nazis quisieron comprar acciones de Cepsa para el suministro de submarinos

Los alemanes intentaron llegar a un acuerdo con la empresa petrolífera en Tenerife antes y durante la II Guerra Mundial
 
Corría el año 1938, estaba a punto de estallar la II Guerra Mundial y el servicio clandestino de abastecimiento alemán de Hitler necesitaba garantizar el combustible para sus submarinos. "Intentaron comprar acciones de Cepsa en la Refinería de Tenerife aquel año y volvieron a intentarlo cuando comenzó el conflicto bélico", asegura Juan José Díaz Benítez, historiador de la ULPGC, citando al investigador inglés Robert Whealey. "Existe un protocolo firmado, pero nunca llegaron a poseer las participaciones en su poder, afortunadamente", señala el grancanario, que ha consultado archivos de Alemania y Estados Unidos.

En esta ecuación hacía falta un conseguidor, ya que los alemanes no podían actuar abiertamente, una vez comenzada la Guerra. "Fue Juan March, el empresario y financiero balear, el que sirvió de intermediario entre ambas partes", revela Díaz Benítez, que tiene claro que este controvertido personaje "jugó a dos bandas" con nazis y británicos.

Estas gestiones no obtuvieron resultado práctico, pero están constatadas varias operaciones de abastecimiento de submarinos en los puertos de Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife, así como el de barcos de superficie en alta mar por parte de buques alemanes que se guarnecían al abrigo de ambos puertos y proporcionaban víveres y combustibles a sus compatriotas. "Supuestamente España era neutral y no podía, por tanto, albergar buques de guerra, pero sí mercantes", aclara el historiador.

En julio de 1940, había seis barcos preparados para abastecer a buques de guerra alemanes en los dos puertos capitalinos. "En las misiones en alta mar se pasaban víveres y combustible a acorazados o cruceros auxiliares, que eran mercantes armados, y, o se les acompañaba hacia Francia o Alemania, o se intentaba la travesía de vuelta en solitario", detalla Díaz Benítez.

En cuanto a los submarinos, hubo seis operaciones entre marzo y julio de 1941. "Se hacían de noche, en total secreto, pero se terminó por saber. De hecho, el agregado naval en Berlín recoge un incidente muy divertido de unos pescadores en unos botes de pesca que los vieron salir, casi como si los estuvieran despidiendo", agrega.

Estas operaciones llegaron a los oídos de los ingleses, que tampoco eran mancos en eso del espionaje. "El cónsul británico fue muy diplomático y comunicó a sus superiores que creía que se habían realizado los suministros, pero que no tenía pruebas. Aún así, el Gobierno británico se tiró un farol y le dijo a Franco que impidiera estas operaciones si era neutral. Los dos barcos que estaban atracados en La Luz fueron desplazados al interior del Puerto... pero las operaciones continuaron", narra Díaz.

Estas acciones habían sido autorizadas, aunque no de manera abierta, por el Régimen franquista, cuando, en 1939, los alemanes tuvieron problemas para entrar en un puerto de La Península y se vieron obligados a pedir permiso. En 1943, las operaciones cesaron.

Todo este aparato de logística estaba coordinado por lo que se llamó el Etappendienst, que no era otra cosa que el Servicio Clandestino de Abastecimiento de la Armada Alemana. "Comenzó a funcionar desde la I Guerra Mundial y en Canarias operaba desde 1937 o 1938, al margen de las autoridades españolas", concluye Díaz Benítez, que sigue desgranando poco a poco la historia oculta de la II Guerra Mundial en las Islas.

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