lunes, 5 de diciembre de 2011

Gran Bretaña vista por un espía soviético


Un estudio llevado a cabo de 160 mapas soviéticos del Reino Unido revela los extremos a los que los espías rusos estaban dispuestos a llegar para obtener una imagen detallada del paisaje británico durante la Guerra Fría

Un análisis detallado de mapas de la inteligencia militar soviética revela aspectos hasta ahora desconocidos de la campaña de espionaje moscovita en Gran Bretaña.

John Davies, investigador cartográfico, ha llevado a cabo un estudio a fondo de 160 mapas rusos que cubren 90 ciudades británicas. En él se muestra que la información que buscaba la inteligencia militar soviética en Gran Bretaña era mucho más detallada de lo que se pensaba en un principio.

En los mapas, producidos mayormente entre las décadas de 1950 y 1980, aparecen miles de datos que no estaban disponibles en ninguna fuente cartográfica británica del momento.

El análisis de Davies revela cantidades sustanciales de información que únicamente pudieron ser recogidas por espías realizando labores de reconocimiento en el país. Los datos incluyen información militar importante como la altura y capacidad de los puentes, los tipos de productos que se hacían en fábricas determinadas e incluso el tipo de material utilizado en la construcción de algunas carreteras específicas.

Los mapas, que acaban de ser colgados en Internet por Oíd Maps, especialistas en cartografía histórica, también dejan al descubierto que a la inteligencia militar soviética en Gran Bretaña le interesaba especialmente la topografía submarina de los estuarios y ríos afectados por las mareas. Los estudios de Davies han revelado también que los datos del contorno submarino diferían de los presentes en las cartas del Almirantazgo, por lo que lo más probable es que no estuvieran basados en ellas. Según Davies, los soviéticos debieron haber realizado su propio estudio submarino de los estuarios y puertos británicos sin que la inteligencia británica se diera cuenta de ello.

Davies está convencido de que los estudios secretos con sonar fueron realizados por barcos soviéticos, incluidos buques de guerra de visita en el país, mientras se encontraban navegando en aguas costeras británicas y visitando sus puertos.


El estudio de Davies también revela que la calidad y cantidad de los datos recogidos en los mapas varía de manera tremenda. Por ejemplo, el oeste de Edimburgo aparece cartografiado en gran detalle, en contraposición a otras zonas de la capital escocesa. Las variaciones probablemente reflejen cambios en el entorno en el que los agentes soviéticos se encontraban operando.

Ciertamente, las restricciones sobre los lugares que a los diplomáticos soviéticos se les permitía visitar eran endurecidas de manera periódica. Además, la cantidad de personal que los soviéticos podían enviar también variaba. En 1971, por ejemplo, 105 diplomáticos rusos fueron expulsados cuando un desertor reveló que la inteligencia soviética había estado identificando posibles objetivos de sabotaje en el Reino Unido.

Davies también está empleando su estudio para investigar cómo utilizaba la inteligencia militar soviética la fotografía por satélite a la hora de obtener información adicional para los mapas.

Según él, "una posible prueba para saber cómo funcionaban los satélites espía en Gran Bretaña es, de hecho, un error introducido en un mapa de Teesiside producido por la inteligencia militar soviética".

En dicho mapa aparece lo que los soviéticos pensaron que era una nueva carretera en construcción, pero que en realidad era un gasoducto que desde el espacio tendría el mismo aspecto que una carretera.

Los espías soviéticos acumularon miles de mapas, guías urbanas y listados comerciales con la intención de crear sus propios mapas de Gran Bretaña. Sin embargo, la información suministrada por los espías a los cartógrafos estaba, en ciertos casos, increíblemente anticuada, ya que aparecen líneas ferroviarias y de transbordador que no habían sido utilizadas durante décadas.

Las estructuras más importantes estaban marcadas con colores: en negro las industriales, en verde las militares y en morado las administrativas (desde comisarías de policía hasta ayuntamientos).

Las 160 láminas, a aproximadamente una escala de 10 cm por kilómetro, comprenden 90 ciudades británicas, incluyendo grandes conurbaciones como Londres, Manchester, Birmingham, Liverpool, Glasgow, Cardiff y Bristol. Los rusos también realizaron mapas de localidades más pequeñas como Bath, Gloucester, Colchester, Guildford y York. Los mapas de algunas ciudades eran actualizados cada 10 ó 15 años.


La recogida de información tuvo que haber constituido una operación de enormes dimensiones en la que se vieron involucrados diplomáticos soviéticos, infiltrados (los denominados 'ilegales'), comerciantes de paso y delegaciones culturales (algunos de cuyos miembros eran agentes de la inteligencia militar), visitas navales y espías reclutados de manera local. Aunque la mayor parte de los mapas datan de antes de la caída del comunismo soviético en 1991, un número reducido de ellos fue elaborado en la década de 1990 y revela cómo la toma de información soviética continuó en la era poscomunista. El último mapa, de Falmouth, en Cornualles, data de 1997.

Los mapas soviéticos han ido saliendo poco a poco a la luz desde la caída de la URSS. En 2003 se encontraron docenas de ellos en una librería en Letonia, la cual se habían obtenido cuando a principios de los noventa los rusos abandonaron un almacén secreto soviético de Cesis, en el este del país.

El ejército soviético había recibido órdenes de destruirlo, pero los cazarrecuerdos letones llegaron antes. En Estonia y Polonia también han aparecido mapas similares.

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