viernes, 25 de noviembre de 2011

Un espía francés den Londres

Théveneau de Morande utilizó su experiencia para
el chantaje y así impulsar su carrera como espía.
En abril de 1787, François Barthélemy, un diplomático francés, se disculpó ante sus superiores por su fracaso a la hora de reclutar espías para formar una nueva red en Gran Bretaña. Las relaciones anglo-galas durante la última parte del siglo XVIII distaban mucho de resultar cordiales. Ambas naciones se habían enfrentado en la guerra de los Siete Años (1754-1763) y posteriormente entre 1778 y 1783, al aliarse Francia con la rebelde colonia británica durante la guerra de Independencia americana. Según Barthélemy, el problema residía en que, durante dicha guerra, Henri-François de La Motte había sido arrastrado, ahorcado y eviscerado acusado de espionaje en los astilleros británicos. Los posibles candidatos tenían miedo de poder llegar a sufrir un destino similar.

Eso era exactamente lo que los británicos querían. Sus espías habían vigilado durante años la red de La Motte antes de hacer una redada entre sus espías para hacerlos cantar. La Motte ofreció proporcionar pruebas contra el rey y testificar en contra de sus cómplices. En vez de ello sus socios testificaron y fueron perdonados, lo que constituyó una jugada verdaderamente arriesgada, calculada para sembrar el miedo y la desconfianza entre los posibles agentes franceses.

Un hombre, no obstante, permaneció inmutable. En 1781, se ofreció voluntario para sustituir a La Motte, fue contratado por un sueldo de 1.000 libras esterlinas y se convirtió en el espía principal de Francia en Londres. Su nombre: Charles Théveneau de Morande.

Hijo de un abogado de provincias, Morande luchó en la guerra de los Siete Años y posteriormente se trasladó a París, donde sus actividades como timador y chulo conseguían pagar su adicción al juego y a las prostitutas. En 1770, huyó a Londres para evitar ser arrestado. Allí publicó un morboso panfleto donde atacaba a la amante de Luis XV, madame Du Barry. Más tarde empezó a chantajear a notables franceses y amenazó con publicar la escandalosa historia explicando cómo Du Barry había conseguido ascender del burdel al lecho real.

Luis XV, furibundo, intentó extraditarlo o secuestrarlo, pero todo fue en vano, con lo que el monarca decidió cerrar un trato con su torturador. Para ello envió a Pierre-Augustin Carón de Beaumarchais, mejor conocido como el dramaturgo que creó Fígaro. Beaumarchais no gozaba de buena reputación desde que perdiera dos casos importantes en los tribunales. Su mejor esperanza para la rehabilitación, según pensaba él, era ofrecer sus servicios al rey como espía.

Fue así como, poco después, Beaumarchais contrató a Morande, para que le ayudara con la operación de contrabando de armas para la rebelde colonia británica en América, además de controlar los muelles británicos y solucionar chantajes como los que anteriormente él mismo había llevado a cabo.

Pero ¿cómo es posible que el gobierno francés contratara a alguien como Morande? El estudio de la correspondencia diplomática deja ver que Charles de Vergennes, ministro de asuntos exteriores, esperaba poder apaciguarlo. También mostraba además cierta tendencia a emplear los servicios de truhanes y renegados, lo que en cierto modo tenía sentido, ya que un disidente galo no tendría por qué despertar ninguna sospecha. Algunos llegaron incluso a ser tratados como celebridades por los británicos. Y todos ellos casi siempre aspiraban a poder en el futuro rehabilitarse.

Morande hacía tiempo que además traficaba con información. En su escandalosa carrera como chantajista y editor de panfletos no faltaba la divulgación de secretos. También llevó a cabo especulaciones mercantiles y bursátiles, lo que le proporcionó importantes contactos entre los capitanes navales.

Morande era un agente lleno de energía y de recursos. Podía vanagloriarse de que ningún barco de guerra abandonaba puerto británico sin que él hubiera anunciado antes su salida y a menudo incluso hasta su destino. Proporcionó información detallada sobre armamento, innovaciones técnicas y prácticas navales, además de observar desde cerca los movimientos de correos diplomáticos, sonsacando información a sus contactos sobre el contenido de los envíos.

Sabotaje industrial

Asimismo, Morande contrató a trabajadores con experiencia con sistemas de poleas navales británicos, que daban mejor resultado que los franceses. Ayudó a convencer a los famosos ingenieros Matthew Boulton y James Watt para que visitaran Versalles y llegó incluso a recomendar actos de sabotaje industrial. Cuando supo que uno de los principales comerciantes de algodón de Lancashire estaba a punto de arruinarse, sugirió a los franceses que mintieran acerca de los pagos sobre importaciones para poder así crear una crisis crediticia. Los franceses no le siguieron el juego.

Charles de Vergennes, el ministro de
Asuntos Exteriores francés.
En 1784, Morande se hizo editor del Courier de l'Europe, un periódico escrito en francés que se editaba en Londres, puesto desde el que quedaba justificada su sed de información. El Courier de l'Europe era reimpreso en Boulogne-sur-Mer y distribuido ampliamente por Europa. Durante la Guerra de Independencia Americana (1775-1783), se acusó al periódico en el parlamento de realizar "espionaje público", debido a las noticias publicadas acerca de las disposiciones de los británicos. Se prohibió su exportación, pero su propietario —Samuel Swinton, un oficial escocés de la marina y empresario— pasaba aún así copias de contrabando por el canal y conseguía igualmente reimprimirlo.

Las acusaciones contra el Courier de l'Europe eran más ciertas de lo que el mundo pensaba, ya que el periódico constituía un tráfico de espionaje en ambas direcciones. Swinton, además de ser un exitoso hombre de negocios, también era un espía británico. Con la excusa del diario, podía vigilar de cerca a Beaumarchais y a los representantes americanos en París, a la vez que proporcionaba una tapadera perfecta para sus frecuentes viajes a Francia.

En cuanto a Beaumarchais, utilizó el periódico como plataforma, publicando artículos con frecuencia y enviando halagadoras reseñas anónimas sobre su propia obra.

Incluso los americanos utilizaron el Courier de l'Europa para conseguir sus objetivos diplomáticos publicando propaganda antibritánica. De hecho, la primera traducción al francés de la Declaración de Independencia fue publicada en este periódico.

Mientras tanto, Morande utilizaba el diario como si fuera un órgano francés, sobornando al subdirector para que publicara párrafos con mensajes en clave para Francia.

Morande evitaba así tener que enviar información importante por correo ordinario. No obstante, también tenía otras formas decomunicarse con Versalles. Como los espías de los libros, utilizaba tinta invisible, fabricada con leche. Los franceses pusieron un mensajero secreto a su servicio, un comerciante de Boulogne llamado De Menneville, que incluso en período de guerra visitaba Londres por negocios.

La mujer de De Menneville también servia de mensajera, al igual que lo hacía Eliza, la esposa inglesa de sa'del diario, podía vigilar de cerca a Beaumarchais y a los representantes americanos en París, a la vez que proporcionaba una tapadera perfecta para sus frecuentes viajes a Francia.

En cuanto a Beaumarchais, utilizó el periódico como plataforma, publicando artículos con frecuencia y enviando halagadoras reseñas anónimas sobre su propia obra.

Incluso los americanos utilizaron el Courier de ¡'Europa para conseguir sus objetivos diplomáticos publicando propaganda antibritánica. De hecho, la primera traducción al francés de la Declaración de Independencia fue publicada en este periódico.

Mientras tanto, Morande utilizaba el diario como si fuera un órgano francés, sobornando al subdirector para que publicara párrafos con mensajes en clave para Francia.

Morande evitaba así tener que enviar información importante por correo ordinario. No obstante, también tenía otras formas decomunicarse con Yersa-lles. Como los espías de los libros, utilizaba tinta invisible, fabricada con leche. Los franceses pusieron un mensajero secreto a su servicio, un comerciante de Boulogne llamado De Menneville, que incluso en período de guerra visitaba Londres por negocios.

La mujer de De Menneville también servia de mensajera, al igual que lo hacía Eliza, la esposa inglesa de Morande. Para evitar causar sospechas debido a sus frecuentes viajes, Morande también echaba mano de otros socios para que transportaran los mensajes. No obstante, con esta estratagema se aumentaba el peligro de ser descubiertos. Previendo un posible registro de sus pertenencias, Morande ideó una sencilla artimaña: "En la ropa de los mensajeros mi mujer cosía un forro falso de tafetán de la mejor calidad con una inscripción que yo mismo preparaba especialmente, lo que en tiempos de guerra me permitía hablar libremente sin temor a incurrir en ningún riesgo típico de la correspondencia por carta".

Una vez restaurada la paz en 1783, Morande solía de vez en cuando llevar en persona mensajes urgentes a la embajada francesa. Desde allí, eran después despachados por valija diplomática.

Pruebas irrefutables

¿Había conseguido burlar a los ingleses? Lo más probable es que no, ya que para finales de 1776 ya sospechaban que Morande trabajaba al servicio de Baumarchais, aunque no contaban con pruebas irrefutables. Así, cuando Francia declaró la guerra en 1778, Lord North lo tomó a parte y le recomendó que aban donara Londres. Morande siguió el consejo del primer ministro y se mudó a Stanmore, en el condado de Middlesex.

Además, en 1783, en un panfleto francés se aseguraba que durante la Guerra de Independencia Americana, Morande y Beaumarchais habían pasando información sobre las flotas francesas a los británicos, y viceversa. El panfleto consiguió hacer enfurecer a Morande, pero no causó demasiado impacto en las personas que le contrataban desde Versalles, quienes continuaron teniéndole en buena estima hasta su regreso a Francia en 1791.

No hay pruebas fidedignas que demuestren que Morande fuera un agente doble. Más probable resulta que los británicos, sospechando sus actividades, le mantuvieran bajo vigilancia y que de vez en cuando le pasaran información falsa. Puede que también les interesara proporcionarle información naval precisa, ya que eso fomentaba que Francia se embarcara en una carrera naval armamentística insostenible. Como resultado, Francia terminó arruinada y se formó una revolución que terminaría por acabar tanto con la monarquía como con la carrera de Morande como espía. 

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