jueves, 26 de enero de 2012

Schwartz, el salvador de judíos

El que fuera embajador español en Austria durante la Segunda Guerra Mundial hizo uso de un vacío legal para traer a cientos de judíos a nuestro país. Otros, como él, ayudaron a salvar muchas vidas 

Juan Schwart, el diplomático español, a la derecha.
No fue el único, pero fueron menos los valientes que trataron de salvar vidas que los que huyeron o hicieron la vista gorda. 

Juan Schwartz Díez-Flores, diplomático español, fue nombrado cónsul para Austria en 1942, precisamente el mismo año en el que el Tercer Reich encabezado porAdolf Hitler decidió comenzar lo que llamaron la'solución final'. Es decir, el exterminio lento y sistemático de millones de judíos. Cuando Schwartz llegó a su nuevo puesto «descubrió enseguida una realidad que, todavía por aquel entonces, no se conocía bien», recuerda su hijo Pedro, actual presidente del Consejo Económico y Social de Madrid. Así que el diplomático hizo «lo que haría cualquier hombre de bien. Rebelarse contra aquello», afirma con modestia. un vacío legal 

Aprovechando una normativa de Primo de Rivera aprobada 18 años antes, y que consistía en que los judíos sefardies que demostraran antecedentes españoles podían solicitar la nacionalidad, Schwartz comenzó a tramitar pasaportes desde el consulado para mandar ciudadanos a España. «Yo recuerdo las enormes colas que se formaban cada mañana en la puerta de la casa (la familia vivía en el piso superior de la embajada) para pedir los papeles», recuerda Pedro. La ley que usó había expirado porque fue derogada durante la II República, pero los nazis no conocían ese detalle.

Otros españoles se la jugaron 

Schwartz fue un ejemplo. Pero también lo fueron Ángel Sanz Briz (embajador en Budapest), Sebastián de Romero Radigales (embajador en Atenas) y unos pocos más (Varsovia, Bruselas...). Los historiadores no establecen una cifra fiable sobre cuánta gente pudieron salvar entre todos ellos. Sin embargo, parece que debieron de ser entre 30.000 y 60.000 personas las que llegaron a nuestro país a través de este método. «Y eso sin contar los que entraron por los Pirineos con ayuda de montañeros anónimos que les acompañaban por los pasos de las montañas», explica Diego Carcedo, un veterano periodista que acaba de publicar el libro 'Entre bestias y héroes', hablando sobre estos hechos. Todos los testimonios aseguran que los actos fueron voluntarios. Según ellos, Franco no lo impidió, pero tampoco lo apoyó.

"Esas imágenes se le quedan a uno grabadas"

Pedro Schwartz Girón (nombrado presidente del Consejo Económico y Social de Madrid el pasado jueves 19) vivía con sus padres en Viena cuando el maquiavélico plan de Hitler de exterminar a los judíosdio comienzo. Todavía recuerda episodios inimaginables hoy en día: «En una ocasión una mujer me dio unas joyas para que se las diera a mi padre.Como es lógico mi padre se las devolvió, pero tramitó su pasaporte a pesar de no tener origen sefardí.También recuerdo ver pasar a señores con la estrella de David marcada, y parques en Viena con bancos marcados. Era el único lugar donde podían sentarse. Sin duda mi padre quedó profundamente marcado por estos hechos». «Son imágenes que a uno se le quedan grabadas en la memoria».

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