domingo, 22 de abril de 2012

Narvik, "La llave de hierro"

La economía alemana padecía para equiparse para la Segunda Guerra Mundial dos grandes carencias: el mineral de hierro y el petróleo. Dos productos básicos que constituyen la sangre de un ejército en campaña.

A través de su Tratado con la URSS, el petróleo ruso fluía hasta Alemania por caminos que no podían ser interceptados por los Aliados. El mineral de hierro, en cambio, llegaba por vía marítima desde Suecia.

Durante los meses en que el mar Báltico se encuentra libre de hielos, los mineraleros alemanes navegaban por sus aguas lejos del alcance de buques y aviones franco-británicos. El resto del año cruzaba por ferrocarril la frontera entre Suecia y Noruega para ser embarcado en el puerto atlántico de Narvik.

Inglaterra y Francia buscaban, al comenzar el invierno de 1939, la forma de cortar el suministro de mineral de hierro que fluía hacia Alemania, frecuentemente en buques noruegos.

El ataque de la URSS a Finlandia les dio el pretexto. Un Cuerpo expedicionario de voluntarios podría ser desembarcado en Narvik para desde allí trasladarse en el ferrocarril del mineral hasta Finlandia. Noruega no podía negar el auxilio a su hermano escandinavo y la “llave de hierro” quedaría en manos Aliadas. Sólo su propia indecisión y las tropas alemanas anticipándose a la acción impidieron el éxito de este proyecto de Churchill.

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