Brunhilde Pomsel puede pasar por las calles del
barrio muniqués de Schwabing por una ancianita venerable más. Nada más
lejos de la realidad. Pomsel fue la secretaria del ministro de Propaganda nazi, Joseph Goebbels,
entre 1942 y 1945, y es poseedora de información muy interesante y
detalles terriblemente escalofriantes. Sin embargo, Pomsel decidió
guardar silencio y no ha sido hasta ahora, a sus 100 años, cuando se ha
lanzado a hablar.
Esta anciana alemana ha elegido al popular diario 'Bild' para contar sus recuerdos y experiencias. "Me dedicaba a tomar dictado y a leer la correspondencia de Goebbels", explica. "Pero ni aún así me enteré del Holocausto hasta que acabó la guerra", se justifica.
De su jefe sólo tiene malos recuerdos: "Era un monstruo frío y distante. Inaccesible. Nunca me hizo una sola pregunta personal. Estoy segura de que nunca llegó a saber ni cómo me llamaba".
El 1 de mayo de 1945, sus colegas le informaron de que Goebbels se
había suicidado, junto a su esposa y seis hijos, a los que les había
matado con cianuro. "Nunca le perdonaré", dice Pomsel,
quien guarda buenos recuerdos de Magda Goebbels -quien le regaló varios
vestidos cuando se quedó sin nada tras ser su casa bombardeada por los
aliados- y de los pequeños.
"Fue una muerte cobarde. Pero Goebbels era muy astuto.
Sabía lo que le esperaba si le cogían los aliados", apunta a quien sí
detuvieron los rusos y encerraron durante cinco años en los campos de
concentración (antes nazis) de Buchenwald, Sachsenhausen y
Hohechschönhausen.
Sus vivencias durante la guerra y junto a Goebbels fueron tan traumáticas que llegó a pensar que nunca más sería feliz.
"Pero al final lo conseguí", comenta esta centenaria, sin dar la clave
de su felicidad, pero sí de lo que le marcó trabajar junto al poderoso
esbirro de Adolf Hitler.
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