martes, 15 de noviembre de 2011

Extraño desembarco en San Pedro de la Ribera. Asturias


Una barcaza de la Marina británica embarrancó en 1943 en el arenal con 27 tripulantes a bordo


Los episodios vividos en el océano Atlántico durante la Segunda Guerra Mundial han dado lugar a ríos de tinta. En las décadas posteriores al conflicto se forjaron infinidad de historias, algunas más acertadas que otras. La costa pixueta es escenario de alguno de estos relatos. Tal es el caso de la arribada a la playa de San Pedro de la Ribera de una barcaza de desembarco en 1943. 

Durante años se ha especulado sobre la posibilidad de que la concha de Artedo sirviese durante la contienda como refugio para los «U-Boot» de la «Kriegsmarine» o Marina de Guerra alemana. Incluso se ha llegado a señalar que en las profundidades de esta ensenada reposan los restos de un submarino hundido por dos cazabombarderos británicos. Nada más lejos de la realidad. El supuesto pecio nunca fue localizado y se desconoce cualquier documentación al respecto. De todos modos, este tipo de leyendas suelen tener su origen en sucesos reales, como por ejemplo la presencia de sumergibles durante la Guerra Civil en el entorno del Cabo Vidío. 

Uno de los acontecimientos más extraños que se recuerdan en esta franja del litoral tuvo lugar el 16 de noviembre de 1943. El investigador Javier Alonso-Iñarra señala en su libro «Oviñana. Historias de un pueblo sobre el mar» que esa jornada embarrancó en el arenal de San Pedro de la Ribera una barcaza averiada modelo LCT MK3 de matrícula nº. 332 cuya procedencia no está clara, a pesar de que se llegó a sugerir que había participado en un desembarco en la isla de Malta. De todas formas, cabe tener en cuenta que el sitio aliado en torno a esta ínsula mediterránea se dio por concluido a mediados de agosto de 1943. 

En aquel momento, una pareja de la Guardia Civil se encontraba de patrulla en las inmediaciones de la playa. Un soldado británico se acercó a los agentes de la Benemérita para solicitarles ayuda, pero parece ser que no llegaron a entenderse y fue precisa la colaboración de Guarín, un vecino de Oviñana que había sido emigrante en los Estados Unidos y que sabía hablar inglés. «Acto seguido, los veintisiete tripulantes de la barcaza fueron recogidos y conducidos a la comandancia de marina de Gijón, desde donde fueron repatriados», señala Alonso-Iñarra. 

Los registros de la Marina Real Británica contemplan a la barcaza LCT MK3 nº. 332 como una de las embarcaciones desaparecidas durante el periodo 1939-1945. En concreto, los archivos señalan que la lancha desapareció en Gijón tras una avería en sus motores. Asimismo, señalan que ese mismo día desapareció, al noroeste de Francia, la LCT MK3 nº 418 como consecuencia de un vendaval, probablemente el mismo que provocó dos días antes el naufragio de la LCT MK3 nº 333 en Land's End (Inglaterra). 

Las LCT MK3 desplazaban 640 toneladas, tenían 59 metros de eslora y 9,1 de manga. Estaban propulsadas por dos motores diesel de 460 caballos y tenían una autonomía de 2.700 millas. Su velocidad máxima era de nueve nudos. 

La barcaza LCT MK3 nº332 acabó varada en San Pedro de la Ribera, enterrada parcialmente por la arena. El investigador comenta que varios remolcadores con base en el puerto de San Esteban de Pravia trataron sin éxito de reflotarla. En vistas de la situación, la Marina estableció guardias para que el lanchón no fuese víctima de saqueos. «Tras considerar imposible remolcar la lancha, una empresa de Bilbao se encargó de desguazar su casco y su cargamento, entre el que supuestamente se encontraba un hidroavión desmontado», concluye Alonso-Iñarra.

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