lunes, 12 de septiembre de 2011

Alejandro Magno (Parte 2) Ejércitos y jefes


EJÉRCITO Y JEFES



Al comienzo de las guerras persas y durante los cuatro años que siguieron, Alejandro contó con un segundo jefe fiable y competente en la persona de Parmeneo,o quien había sido un general de confianza de Filipo y quien había dirigido las fuerzas macedonias en la costa asiática contra los aliados de Atenas. En las batallas de Alejandro, Parmeneo normalmente mandaba la caballería defensiva del ala izquierda. Se le representa con frecuencia dando consejos a Alejandro, casi invariablemente rechazados.

Los tres hijos de Parmeneo sirvieron también en el ejército macedonio bajo Alejandro, Pilotas como joven y arrogante oficial de caballería, Nicanor al mando de la infantería, mientras que Héctor era probablemente demasiado joven aún para ostentar un mando. Desgraciadamente, Héctor perdió la vida en un accidente sufrido en un bote en el Nilo y Nicanor murió en Oriente. Finales más trágicos todavía, con deshonor probablemente desmerecido, esperaban a Pilotas y al mismo Parmenio. Tras su muerte, otros oficiales como Coeno y Craterus tomaron preponderancia, sin olvidar a Selecus y Tolomeo quienes, con los demás, serían los herederos de las conquistas de Alejandro.
La vida de Hefestión fue casi coexistente con la del propio Alejandro, y conservó la confidencia y el afecto de éste durante toda ella. Sin embargo, nunca fue un jefe destacado en la batalla, siendo mencionado principalmente en relación con los servicios auxiliares, transporte y comunicaciones. Cuando murió en Ecbatana el año 324 a. C., Hefestión dejó una apenada viuda persa y recibió un magnífico funeral.

Los generales persas que se enfrentaron a Alejandro en el noroeste de Asia (Arsames, Petines, Rheomithres, Niphates y Espitridates), fueron lentos en movilizarse ante la amenaza macedonia; sin embargo, Espitridates junto con otros jefes persas demostraron tener un impetuoso coraje en la batalla. En este aspecto se diferenciaron del mismo Darío, que a pesar de sus elaborados preparativos para la guerra, huyó precipitadamente del campo de batalla tan pronto como se sintió personalmente amenazado.

Inicialmente los persas fueron ayudados por Meninoli, un jefe de mercenarios griegos, hermano de aquel Mentor que había ayudado a reconquistar Egipto para el imperio persa. Los celos de los persas hacia Memnon, sin embargo, produjeron opiniones encontradas antes de la batalla del Gránico.

Hombres y armas

Alejandro había heredado de su padre el ejército que dirigió a Asia. En el campo de batalla estaba compuesto principalmente por tres cuerpos organizados: una fuerza de asalto de caballería en el flanco derecho, la caballería defensiva en el ala izquierda, y una masa central de piqueros de infantería que operaban normalmente en contacto con los soldados de a pie poco equipados y conocidos como «hypaspistes» (un hypaspista era originariamente un escudero, a menudo un esclavo. Esta palabra también se refería al soldado que había recibido el honor real de llevar armadura; se aplicaba en sentido honroso a los infantes macedonios). A éstos había que añadir, frecuentemente en los flancos, tropas de escaramuza ligeramente armadas (arqueros, honderos y lanzadores de jabalinas). La manera en que todas estas tropas fueron utilizadas se describe en el estudio individual de cada batalla. La caballería de elite «Asociada» estaba principalmente compuesta por macedonios que hablaban griego y estaban apoyados por otros escuadrones de caballería macedonios no griegos (peonianos, del norte de Macedonia) y de lanceros exploradores. Jinetes tracios y tesalios también prestaban servicio a menudo con Parmenio en el ala izquierda.

Los Asociados estaban protegidos por cascos de metal y petos parcialmente metálicos, pero no llevaban escudo. Los jinetes pertenecientes a otros contingentes iban equipados más ligeramente. Los piqueros de infantería con cascos de bronce, portaban pequeños escudos que manipulaban en los antebrazos. Los hypaspistas (a veces traducidos como «guardias») eran lanceros que portaban ostentosos escudos. Tanto ellos como los piqueros son a veces descritos como «asociados de a pie». Ambos eran macedonios que hablaban griego, si puede llamarse así a un dialecto inculto.

Los Asociados, tanto los de caballería como los de «a pie» eran reclinados en las ciudades macedonias sobre una base territorial. Cada uno de ellos era poliamo o bien «compañero» de su vecino en armas, o del rey o jefe al que servía. En qué sentido se aplicaba originariamente esta palabra, no está claro.

Otros macedonios, procedentes de las partes más salvajes y remotas del territorio, servían en las escaramuzas y como combatientes de armas arrojadizas, como se ha descrito anteriormente. Confiaban en su propia agilidad para su defensa, y algunos de ellos utilizaban ligeros cascos. La mayoría de estas tropas llevaban espadas en fundas como armas de última instancia.

Alejandro, por supuesto, llevaba con él aliados griegos y tracios; los mercenarios griegos estaban siempre disponibles para cualquier general que los necesitase.

La fuerza principal de las tropas persas que se enfrentaron a Alejandro descansaba en sus jinetes y en los ballesteros. Los arqueros iban también con frecuencia a caballo, en cuyo caso iban protegidos solamente por túnicas y pantalones de montar de material acolchado. La caballería pesada utilizaba petos, que a veces recordaban a los de los griegos, aunque otras veces estaban fabricados con materiales más ligeros y recubiertos con escamas metálicas.
En cuanto a la infantería, los persas confiaban en las tropas ligeras mercenarias griegas. También tenían su propia infantería pesada, armada probablemente igual que los infantes griegos (llamados Cardaces). La infantería ligera utilizaba lanzas y espadas blandientes, y se protegían el cuerpo con tejidos acolchados. Los numerosos contingentes nacionales de las zonas lejanas del imperio persa probablemente no contaran con ningún equipo a excepción de sus armas ordinarias de caza.

Objetivos y estrategias de guerra

Es muy difícil valorar hasta qué punto las ambiciones de Alejandro, en un momento y lugar determinados, se habían cumplido. Solamente se puede afirmar una vez más que él creía en la consolidación de sus conquistas antes de proceder a una nueva empresa.

Su primer objetivo declarado fue el de liberar las ciudades griegas de Asia. Más tarde, mientras aún estaba sometiendo las ciudades fenicias de Siria y de la costa palestina, afirmó en una carta a Darío que su objetivo era vengar las invasiones persas de Grecia en el pasado. Darío ofreció cederle sus dominios persas del oeste, pero Alejandro rechazó la oferta y, evidentemente, se inclinó en el año 332 a.C. por invadir Mesopotamia.

A pesar de todo, cuando consiguió esto tampoco quedó satisfecho. Su nuevo objetivo era capturar al fugitivo Darío, lo que le dio el pretexto para invadir las provincias del noreste de Persia. Es particularmente difícil saber si su objetivo de mezclar la civilización y cultura persas y griegas debería ser considerado como un medio para pacificar el territorio conquistado o como el ideal de futuro político para un visionario. Naturalmente, sus razones, cómo ocurre con frecuencia, podrían haber sido una mezcla de ambas.

En el año 327, cuando cruzó el Indo y atravesó las fronteras del imperio de Darío, las razones de sus posteriores marchas y conquistas solamente se explican por el solo placer de marchar y conquistar. Es un milagro que sus hombres le siguieran durante tanto tiempo, pero incluso el ejército de Alejandro finalmente se rebelaría.

Por supuesto no puede decirse que los enemigos de Alejandro tuvieran un objetivo de guerra positivo o expansionista propio; su única finalidad consistía simplemente en defenderse de él, lo cual siempre terminaba fracasando. En todos los casos, la única alternativa que les quedaba era reconocerle desde el principio como amigo y aliado ofreciéndole una contribución de hombres y materiales para continuar sus guerras. Alejandro podía ser generoso incluso con un enemigo sometido, pero en ocasiones también podía ser extremadamente salvaje y vengativo.

Alejandro Magno (Parte 1)

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