sábado, 8 de octubre de 2011

Roma contra Cartago (Parte 6)


Los libiofenicios

En la Iberia bárquida las ciudades fenicias gozaron del estatuto de aliados y gozaron de independencia política y administrativa. Para asegurar el dominio cartaginés se procedió al traslado de africanos a la Península, mientras que contingentes de iberos eran enviados al Norte de África, a fin de reforzar su fidelidad y eficacia militar, desvinculándolos así de sus lugares de origen. La instalación en la Península de estas tropas africanas, con un componente líbico-beréber y númida acusado, buscaba proporcionarles una forma de subsistencia en los períodos de desmovilización, por lo que fueron convertidos en colonos militares a los que se asignaba una tierra, a cambio de sus servicios cuando les fueran requeridos. Así aparecieron y se potenciaron varios núcleos urbanos: Arsa, Lascuta, Turricina, Iptuci, Veci, Bailo, Olba y Asido, que emitieron moneda con leyendas en el alfabeto denominado "libiofenicio". Eran gentes africanas reclutadas por los cartagineses y parcialmente punicizadas que se asentaron en territorio bástulo, en la región situada en torno al estrecho de Gibraltar. Además de los campamentos militares situados en torno al Guadalquivir y guarnecidos por jinetes númidas, otros contingentes de africanos fueran asentados en la región de Cádiz y Sur de Extremadura, en un régimen similar al del colonato militar.

El final del los Bárquidas en Iberia

Una vez que Aníbal hubo conquistado Sagunto y emprendido su larga marcha hacia Italia en el año 219, con un ejército de africanos y numerosos hispanos, la defensa de la Península Ibérica quedó en manos de dos generales. Al sur del Ebro, Asdrúbal Barca se hallaba al frente de unos 15.000 hombres; al norte de ese río, Hannón dirigía la defensa con sus 11.000 hombres. Ambos contaban con el apoyo de abundantes naves para el abastecimiento y la defensa de las costas.

Los romanos, al mando de los hermanos Cneo y Publio Escipión, desembarcaron en Ampurias en el año 218 a.C., tarde ya para cortar el acceso de Aníbal a Italia pero a tiempo de impedir el apoyo a éste desde los territorios de Iberia. Tras las derrotas de los cartagineses en Cesse (Tarragona) y en la desembocadura del Ebro, los romanos avanzaron cor rapidez hacia el Sur. Tras diversas victorias entre los años 216 y 212 (batallas de Dertosa (Tortosa), Iliturgi (Mengíbar), Munda (entre MontiJla y Osuna) Aurungis (¿Aurgi?) Urso (Osuna) y Cástulo, en los alrededores de Linares) los dos hermanos cayeron en una emboscada en los alrededores de esta última población. Los romanos tuvieron que retroceder hasta cerca de los Pirineos.

Publio Comelio Escipión, hijo del general del mismo nombre muerto en Sierra Morena, llegó a Hispania en el 210 y se dedicó a organizar el ejército. Al año siguiente conquistó Carthago Nova, obteniendo un gran botín entre tesoros, máquinas de guerra, equipamiento y un buen número de las naves ancladas en su puerto. La caída de Cartagena marcó el principio del fin de los cartagineses en Hispania y en Italia: Escipión liberó a los rehenes indígenas que garantizaban la lealtad de sus respectivos pueblos hacia Aníbal, quienes aclamaron al romano como rey. Con los apoyos de los pueblos indígenas, Escipión realizó una rápida carrera hacia Cádiz, derrotando a los cartagineses en varias batallas: en el 208 cae Baecula (Bailen) y Orongis (Jaén); en el 207, Ilipa (Alcalá del Río) y Carmo (Carmona); en el 206 tomó Iliturgi (Mengíbar) y Castaca (¿Castillo?), e instaló a sus veteranos en Italica (Santiponce). Tras una revuelta, la ciudad de Astapa (Estepa) fue arrasada y su población masacrada. Ese mismo año, el 206, al ver que era inútil la resistencia, la vieja Gadir (Cádiz) se entregó y con ello dio fin el enfrentannento entre los romanos y los cartagineses en el territorio de la Península Ibérica.

El último de los Bárquidas, Asdrúbal -hermano de Aníbal-, pudo huir de la derrota de Baecula en el 208, acopió soldados y pertrechos y se dirigió a Italia siguiendo los pasos de su hermano. Allí puso cerco a la ciudad de Plasencia (Piacenza), sin ningún resultado, y fue derrotado por el cónsul Claudio Nerón a orillas del río Metauro, donde murió (207 a.C.).

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