miércoles, 7 de diciembre de 2011

Hans-Ulrich Rudel, el mejor piloto de la Segunda Guerra Mundial

De carácter un tanto introvertido, padecía de un cierto grado de tartamudez que logró superar con el tiempo. Cuando ascendió al poder el partido nazi, se adhirió como la mayoría de los jóvenes a las Juventudes Hitlerianas.

Su ingreso como cadete a los 20 años, en 1936, en la recién creada Luftwaffe tuvo un comienzo muy poco prometedor, pues su baja escolaridad jugaba en contra y no pudo calificarse para piloto de caza de combate, que era su meta. Fue asignado a los entrenamientos en escuadrillas de Stukas en Graz, lo cual no era suficiente para ser piloto de bombardero, siendo destinado al Centro de Reconocimiento aéreo de Hildesheim.

Después de cumplir instrucción como piloto de reconocimiento, misión que no le gustaba en absoluto, además de su tartamudez, el hecho de ser una persona muy campechana, de costumbres sanas, no aficionado a la bulla y algo obcecado, no le conferían una buena imagen ante sus superiores.

Su desempeño y esfuerzos durante la invasión de Polonia fueron aceptables y ascendió a teniente segundo y le fue concedida la Cruz de Hierro de Segunda Clase en 1939. Debido a estos progresos fue reasignado, no sin pasar muchas dificultades, a su grupo aéreo en Caen. En aquel momento el avión de combate era el bombardero Stuka.

En la escuela de bombardeo de Stuttgart, Rudel tuvo un lento progreso, siendo calificado inicialmente como piloto mediocre y de segunda clase, pues le costaba maniobrar el pesado y lento Stuka Ju-87. Sus lentos progresos le valieron no ser considerado para la campaña de los Balcanes ni la batalla de Creta, adonde fue trasladada su escuadrilla, siendo asignado sólo como un refuerzo. Esta contrariedad hizo despertar en Rudel la firme voluntad de superarse, haciendo prácticas extras en un Stuka para lograr dominar el aparato; sus esfuerzos y sus progresos no pasaron desapercibidos a sus superiores, quienes lo habían visto ya como un caso desesperado.


En el frente oriental

La apertura del frente Oriental hacia los vastos campos de la Unión Soviética le confirieron una excelente oportunidad, aunada a la creciente escasez de pilotos de combate. En julio de 1941, fue asignado al Grupo de Ejércitos Norte en la zona del Báltico, donde empezó a destacarse como un hábil y arriesgado piloto de Stuka, lo que le valió recibir los despachos de teniente primero y la Cruz de Hierro de Primera Clase.

Sus acciones estuvieron dirigidas a operar sobre el tráfico de la autopista Smolensk-Moscú, donde destruyó varios convoyes enemigos. Después su escuadrilla basó sus operaciones en las cercanías del lago Ilmen y más tarde se asentó en Tyrkowo para efectuar misiones sobre el sector de Leningrado

El inicio de la fama de Rudel llegó precisamente el 21 de septiembre de 1941. Su escuadrilla recibió la orden de poner fuera de combate a los navíos rusos en el puerto de Kronstadt, donde se encontraban el crucero-acorazado Marat y otro crucero cuyas acciones artilleras habían perjudicado notablemente las actividades en el sitio de Leningrado, por lo que la Wehrmacht solicitaba la inmediata aniquilación de esas unidades navales enemigas. Después de un acabado estudio de la situación, se llegó a la conclusión de que era posible efectuar un ataque sobre Kronstadt, y Rudel se hizo embarcar una bomba de 1000 kg para esta misión. Su aparato adquirió así mucho peso y al llegar al puerto, picó a casi 80° a gran velocidad desde solo 3.000 m de altura, soltando la pesada bomba a 300 m sobre el navío ruso, antes de nivelar de nuevo su aparato, algo que consiguió realizar rozando el límite. El Marat fue fatalmente dañado partiéndose en dos y hundiéndose, pero tocando en fondo bajo, sus baterías continuaron haciendo fuego durante el cerco a Leningrado. Aunque Rudel reclamó ser el autor del impacto, tuvo testigos y así lo registra en su libro autobiográfico "Yo fui piloto de Stuka"-, esta afirmación es puesta en duda por diversos investigadores rusos que bajan el perfil al logro de Rudel.

Se dice que la propaganda alemana fabricó la leyenda de que Stalin puso precio a su cabeza ofreciendo 100.000 rublos por su captura vivo o muerto y el título de Héroe de la Unión Soviética. Sin embargo, la Unión Soviética oficialmente no ofrecía recompensa ni se interesaba por los pilotos enemigos; no obstante, después de la derrota alemana, los rusos se mostraron extremadamente interesados en Rudel y exigieron vehementemente su entrega.

En diciembre del mismo año, ya había volado más de 500 misiones de combate con un resonante éxito. El 15 de enero de 1942 recibió la Cruz de Caballero y el despacho de teniente coronel y fue retirado con gran contrariedad para Rudel desde el frente para que la Luftwaffe pudiera utilizar su experiencia en el entrenamiento de nuevos pilotos.

Fue destinado a la escuela de bombardeo de Graz, donde dictó clases a jóvenes pilotos de la Luftwaffe. Esta tarea le resultó mortificante para sus habilidades y pidió volver al frente.

Luego de insistir porfiadamente varias veces, sus superiores decidieron enviarlo en diciembre de 1942 como jefe del 1er. Escuadrón de la 1ª Ala del 2° Grupo Stuka que estaba estacionado en el sector de Stalingrado, un destino muy poco apetecido para cualquier otro militar alemán, donde se luchaba por la conquista de la emblemática ciudad. En el sector, realizó misiones de ataque a puestos artilleros, puentes y al transporte fluvial, hundiendo varias barcazas con pertrechos y militares soviéticos que iban y venían desde el embarcadero hacia la orilla oeste del Volga.

También intentó con algún éxito colocar bombas sobre tanques rusos y rescató a algunos compañeros derribados. Participó en acciones tendientes a facilitar la liberación del cercado VI Ejército de Friedrich Von Paulus. Sin embargo, la rápida contraofensiva (Operación Urano) lanzada por los rusos no permitió al ejército alemán mantener sus pistas, y la escuadrilla de Rudel tuvo que replegarse para evitar su captura.

Cazador de tanques

El Stuka modificado.
En 1943, Rudel cumplió su misión n° 1.000 y se le encargó el ensayo del nuevo Stuka modificado Junkers Ju 87 D-3 con artillería antitanque de 3,7 cm y proyectil perforante de cabeza de wolframio.

Los cañones Rheinmetall-Borsig incorporados quitaban a este aparato, ya de por sí lento, aún más maniobrabilidad, haciéndolo muy vulnerable al ataque de cazas enemigos, por lo que se le asignó una escolta de Stukas normales para realizar las misiones de combate. Por estas causas el nuevo Stuka no tuvo gran éxito.

Durante la llamada Operación Ciudadela, Rudel conversó con los técnicos de la Junkers y se modificó el Stuka Ju 87 D-3, desarrollándose la versión G-1. Al emplearla por primera vez, reclamó la destrucción de 12 tanques rusos en un solo día. Dicha versión era más maniobrable que la D-3, y se constituyó la agrupación de Stuka antitanque Panzerknacker (Casca-tanques), debido a que los ataques pudieron ser más rasantes y certeros. Pero su frente de combate se desarrolló durante el iniciado y ya permanente retroceso alemán en territorio ruso.

El 25 de octubre de 1943, Rudel recibió del Führer las espadas para su Cruz de Caballero con Hojas de Roble y la "sugerencia" de ser retirado del frente, pero Rudel expresó firmemente que sólo aceptaría la condecoración si permanecía con su unidad, a lo cual Hitler accedió de mala gana. En marzo de 1944 fue ascendido a oberst, coronel al alcanzar las 1.500 misiones de combate y reclamar la destrucción de 400 tanques enemigos. Además voló un Focke-Wulf Fw 190 monoplaza, modificado especialmente para él, reclamando el derribo de 11 aviones soviéticos.

El escape milagroso

Al comenzar marzo de 1944, Rudel tuvo su más negro episodio. Durante una misión de rutina se percató de que uno de sus compañeros había realizado un aterrizaje de emergencia en un sector densamente patrullado por fuerzas enemigas. Rudel quiso rescatar a la tripulación caída y al intentar despegar, su máquina se hundió debido a la gran cantidad de barro que había en el campo. Este hecho no pasó desapercibido para las patrullas enemigas, que inmediatamente se dirigieron al sector donde habían visto aterrizar a los aviones alemanes. Rudel y sus ahora compañeros de infortunio tuvieron que correr por el campo para evitar ser capturados.

Rudel y Henshel.
La esperanza de Rudel y sus compañeros era alcanzar el río Dniéster, un río amplio y caudaloso distante a 6 km del lugar. Rudel, de mejor condición física que sus compañeros, logró atravesar el ancho río de aguas heladas y torrentosas, pero su ametrallador, amigo y compañero de 1.500 misiones, Erwin Henschel, pereció ahogado durante la travesía a pocos metros de la orilla. Tanto el piloto como el ametrallador por los cuales Rudel había bajado, fueron hechos prisioneros. Pero Rudel escapó recibiendo un tiro de pistola en el hombro derecho. Aun así logró escurrirse y huir a la carrera, recorriendo unos 32 km hasta alcanzar, tras un duro y problemático camino, las líneas alemanas un día y medio después de lo ocurrido. La pérdida de Henschel fue un duro golpe para Rudel.

En sus memorias afirma Rudel que su único objetivo era seguir viviendo para poder volar nuevamente.

El soldado más condecorado de Alemania

Recibiendo la mayor alta condecoración.
El 29 de marzo recibió del Führer en persona la más alta condecoración alemana, los Diamantes para su Cruz de Caballero con Hojas de Roble y Espadas, y Hitler volvió a pedir a Rudel que se retirara del frente, pero éste nuevamente condicionó la aceptación de la medalla a que no fuera retirado. Es hasta el día de hoy el soldado con la más alta condecoración alemana.

En noviembre de 1944, el comandante Rudel fue herido en la pierna mientras volaba cerca de Budapest, por un impacto de cascotes de granada antiaérea y tuvo que convalecer en un hospital en Berlín, tras amputársela. La Cruz de Caballero con Hojas de Roble en Oro, Espadas y Diamantes le fue impuesta personalmente por Hitler el 1 de enero de 1945. Es el único que la recibió. Se le ordenó por orden expresa del Führer que permaneciera en Berlín.
Sus condecoraciones.

Hans Rudel se las arregló para ser enviado de nuevo al frente y dio instrucciones de que sus éxitos fueran asignados a la estadística de la escuadrilla, y pronto sus superiores vieron que la escuadrilla antitanque tenía un incremento sostenido de tanques destruidos.

La Luftwaffe le atribuyó oficialmente la destrucción de al menos 519 tanques y 13 aviones soviéticos, Rudel fue derribado al menos unas 30 veces, volviendo siempre íntegro a su base.


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